lunes, 25 de mayo de 2009

La Casa de la Música se viste de Coros


Sacado de Diario El Comercio

La iluminación fue rica en las escenas. Bolívar es interpretado por Marlon Valverde y Manuela Sáenz, en la foto, es María Isabel Albuja.


‘Manuela y Bolívar’ con fuerza musical


El amor, el triunfo, la muerte y el destierro que marcan la relación de Manuela Sáenz y Simón Bolívar se reviven, desde el pasado miércoles, con el reestreno de ‘Manuela y Bolívar’. La ópera termina hoy, a las 18:00, en el Teatro Sucre.

La obra (con un amplio elenco) estuvo bajo la dirección de Patricio Aizaga en el área musical, y de Chía Patiño, y María Elena Patiño en la puesta en escena y escenografía, respectivamente.

‘Manuela y Bolívar’ tuvo un estreno, el miércoles, con equilibrio entre la orquesta y los cantantes. Aunque en dos pasajes el volumen de la orquesta opacó ligeramente las voces. Si bien la intención fue exaltar la humanidad de los protagonistas sobre la referencias épicas e históricas, la actuación de Manuela fue frágil y a la de Bolívar le faltó garbo. A pesar de ello, fue una interpretación que captó la emotividad de los momentos históricos.

El inicio de la obra es el preámbulo para la aparición de Manuela, quien busca a su criada preguntando: “Jonatás ¿dónde estás?”. La orquesta jugó con las melodías de las maderas, acompañando el canto de la soprano María Isabel Albuja. Al final de la pieza, la orquesta levantó su volumen para replicar a Manuela.

El coro logró un timbre solemne y festivo que recibió la llegada de Bolívar, cuando conoció a Manuela. Después de que ella marcara el ritmo con palmadas, la orquesta tocó ritmos musicales de los países bolivarianos.

Los desplazamientos manejaron el concepto del péndulo, es decir que cantantes, actores y figurantes transitaban constantemente de un costado al otro. Este aspecto se relacionó con el manejo del tiempo; en ello, la escena de la muerte de Sucre, propone con inteligencia una elipsis.

La obra de Luzuriaga recoge momentos importantes de la historia y retrata escenas cotidianas como en el pasaje ‘Monta a caballo’; también, los detalles que construyen el amor entre Manuela y el Libertador.

La coordinación y la intención de ciertas coreografías se entorpeció con la aglomeración de personas. Asimismo, hubo marchas lineales en la escenografía simbólica y funcional que sorteó las dificultades geográficas del libreto.

Redacción Cultura