Tomada de la edición impresa del 19 de abril del 2009
FOTO: CARLOS POZO / El Telégrafo
Los integrantes del quinteto Clone usan máscaras para añadir misticismo a sus grabaciones
Los integrantes del quinteto Clone usan máscaras para añadir misticismo a sus grabaciones
Música vocal, 9 años de transgresión
Bocapelo, Fantasía y Clone son los grupos más reconocidos del género, que se inició en el país en 2000.
Dentro de la sala de prensa, los seis miembros de Bocapelo hacían lo posible por rebatir los dardos que el nutrido grupo de periodistas lanzaba sobre ellos.
Se había terminado la sesión de clausura de la Asamblea Nacional Constituyente, y más de la mitad de los asistentes salían indignados por la interpretación a capella del Himno Nacional que el grupo hizo luego de la llegada del Presidente. ¿Por qué, preguntaban los representantes de la prensa seria, se burlan del Himno Nacional?
El episodio, más allá de lo anecdótico, muestra a la vez ambas caras de una moneda que se acuñó en el año 2000, cuando se fundó el primer ensamble vocal que tuvo Ecuador: por un lado, el prestigio a nivel mundial que le otorgó a Bocapelo el privilegio de interpretar el Himno en aquella ocasión; por el otro, el desconocimiento que todavía existe de ello en el país generó las descontentas reacciones.
Hace nueve años, el panorama de la música a capella estaba sembrado de agrupaciones corales, que llegaron a Ecuador de la mano de la iglesia católica, y se visibilizaron dentro del ámbito artístico-cultural cuando en 1954 se fundó el Coro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Pero había quienes pensaban que faltaba algo; y con Juan Carlos Velasco a la cabeza, cinco disidentes del Coro Pichincha crearon Vozteso, una agrupación que pretendía revolucionar la forma de cantar en el país. El grupo duró seis años y parafraseando a Velasco “tuvo la facultad de cantar muchísimo”, pues la versatilidad de sus integrantes les permitía moverse en muchos géneros, para no solo salir del país y ganar prestigio internacional, sino que además se convirtieron en los anfitriones de un festival internacional, “Cuando las campanas suenan”, que en 5 ocasiones reunió en Quito a los mejores exponentes mundiales del género.
Cuando los integrantes de Vostezo decidieron separarse parecía morir con ellos toda inquietud musical distinta a los formatos convencionales. Pero habían sembrado una semilla, que poco tiempo originó una explosión de grupos en diversas ciudades del país, que comenzó con la creación de Solovox, agrupación quiteña especializada en jazz, en 2003, y que hoy tiene tres puntales que pueden considerarse los máximos representantes del género a nivel local: Bocapelo, sexteto de varones dirigido por el propio Velasco; Fantasía seis, sexteto femenino, a cargo de Maritza Eras, y Clone, el más reciente, que es un quinteto masculino.
Lo que más llama la atención de estos grupos es la capacidad de imitar sonidos instrumentales. Desde percusión hasta trompetas. Esto fue lo que chocó en la tarde de la Asamblea; el arreglo que Antonio Neumane imaginó para vientos fue “sampleado” por los cantantes, lo que provocó la idea de que se estaba caricaturizando el Himno.
“Sólo era una versión vocal”, se defiende Velasco, “no está transgredida una sola nota, un solo acorde, ni siquiera el texto…”. Y el haber sido ellos los escogidos para hacerlo cobra sentido cuando el director explica que, a diferencia de Vozteso, lo que Bocapelo busca es reivindicar a la música nacional.
Clone es otra historia. Entrar al sitio de ensayo es envolverse de mística. Todos llevan una máscara, según dicen, para romper la idea espectacular de que la imagen es lo que vende; y para ponerle más misterio al asunto, ninguno de ellos usa su nombre real, sino un seudónimo de acuerdo a cada una de sus personalidades: Romeo (como el de Shakespeare), Charly (Por el argentino García), Deken (forma estilizada del conde de Kent, otro personaje Shakespereano) y Sansar (por el escudero de Don Quijote). El nombre del grupo está sacado de un cuento de Julio Cortázar y la propuesta, a diferencia de Bocapelo, va más por el lado del pop.
Debutaron frente a los cubanos de Vocal Sampling, la agrupación más importante de Latinoamérica, y hoy se encuentran en pleno auge, con una serie de conciertos de entre los que destaca el que presentarán el viernes 24 de abril en las salas del cine Ocho y Medio en Quito.
Junto a ellos, otros grupos como Cancionero Coral, de Loja, Las tres Marías, de Esmeraldas, el quinteto de Juan Carlos Urrutia, de Guayaquil, o el Sexteto de Cuenca, completan el nuevo panorama del género a capella en Ecuador. Nueve años después, el movimiento continúa.
Javier López Narváez
xlopez@telegrafo.com.ec
Reportero
Bocapelo, Fantasía y Clone son los grupos más reconocidos del género, que se inició en el país en 2000.
Dentro de la sala de prensa, los seis miembros de Bocapelo hacían lo posible por rebatir los dardos que el nutrido grupo de periodistas lanzaba sobre ellos.
Se había terminado la sesión de clausura de la Asamblea Nacional Constituyente, y más de la mitad de los asistentes salían indignados por la interpretación a capella del Himno Nacional que el grupo hizo luego de la llegada del Presidente. ¿Por qué, preguntaban los representantes de la prensa seria, se burlan del Himno Nacional?
El episodio, más allá de lo anecdótico, muestra a la vez ambas caras de una moneda que se acuñó en el año 2000, cuando se fundó el primer ensamble vocal que tuvo Ecuador: por un lado, el prestigio a nivel mundial que le otorgó a Bocapelo el privilegio de interpretar el Himno en aquella ocasión; por el otro, el desconocimiento que todavía existe de ello en el país generó las descontentas reacciones.
Hace nueve años, el panorama de la música a capella estaba sembrado de agrupaciones corales, que llegaron a Ecuador de la mano de la iglesia católica, y se visibilizaron dentro del ámbito artístico-cultural cuando en 1954 se fundó el Coro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Pero había quienes pensaban que faltaba algo; y con Juan Carlos Velasco a la cabeza, cinco disidentes del Coro Pichincha crearon Vozteso, una agrupación que pretendía revolucionar la forma de cantar en el país. El grupo duró seis años y parafraseando a Velasco “tuvo la facultad de cantar muchísimo”, pues la versatilidad de sus integrantes les permitía moverse en muchos géneros, para no solo salir del país y ganar prestigio internacional, sino que además se convirtieron en los anfitriones de un festival internacional, “Cuando las campanas suenan”, que en 5 ocasiones reunió en Quito a los mejores exponentes mundiales del género.
Cuando los integrantes de Vostezo decidieron separarse parecía morir con ellos toda inquietud musical distinta a los formatos convencionales. Pero habían sembrado una semilla, que poco tiempo originó una explosión de grupos en diversas ciudades del país, que comenzó con la creación de Solovox, agrupación quiteña especializada en jazz, en 2003, y que hoy tiene tres puntales que pueden considerarse los máximos representantes del género a nivel local: Bocapelo, sexteto de varones dirigido por el propio Velasco; Fantasía seis, sexteto femenino, a cargo de Maritza Eras, y Clone, el más reciente, que es un quinteto masculino.
Lo que más llama la atención de estos grupos es la capacidad de imitar sonidos instrumentales. Desde percusión hasta trompetas. Esto fue lo que chocó en la tarde de la Asamblea; el arreglo que Antonio Neumane imaginó para vientos fue “sampleado” por los cantantes, lo que provocó la idea de que se estaba caricaturizando el Himno.
“Sólo era una versión vocal”, se defiende Velasco, “no está transgredida una sola nota, un solo acorde, ni siquiera el texto…”. Y el haber sido ellos los escogidos para hacerlo cobra sentido cuando el director explica que, a diferencia de Vozteso, lo que Bocapelo busca es reivindicar a la música nacional.
Clone es otra historia. Entrar al sitio de ensayo es envolverse de mística. Todos llevan una máscara, según dicen, para romper la idea espectacular de que la imagen es lo que vende; y para ponerle más misterio al asunto, ninguno de ellos usa su nombre real, sino un seudónimo de acuerdo a cada una de sus personalidades: Romeo (como el de Shakespeare), Charly (Por el argentino García), Deken (forma estilizada del conde de Kent, otro personaje Shakespereano) y Sansar (por el escudero de Don Quijote). El nombre del grupo está sacado de un cuento de Julio Cortázar y la propuesta, a diferencia de Bocapelo, va más por el lado del pop.
Debutaron frente a los cubanos de Vocal Sampling, la agrupación más importante de Latinoamérica, y hoy se encuentran en pleno auge, con una serie de conciertos de entre los que destaca el que presentarán el viernes 24 de abril en las salas del cine Ocho y Medio en Quito.
Junto a ellos, otros grupos como Cancionero Coral, de Loja, Las tres Marías, de Esmeraldas, el quinteto de Juan Carlos Urrutia, de Guayaquil, o el Sexteto de Cuenca, completan el nuevo panorama del género a capella en Ecuador. Nueve años después, el movimiento continúa.
Javier López Narváez
xlopez@telegrafo.com.ec
Reportero
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